sábado, 17 de septiembre de 2011

Capítulo 2. Caprichos del destino.


El agua de la ducha golpea con fuerza su piel semitostada por el sol del verano. Las gotas caen, recorriendo cada rincón de su cuerpo, como en una carrera para ver cual llega antes a la meta. La espuma se desliza por su pelo color ceniza, y un poco le llega a los ojos.  Se la retira rápidamente, con delicadeza, una cualidad de la que no carece ninguno de sus gestos. Y, mientras deja pasar los minutos, piensa en su amiga. ‘No sé que problema tiene. Ha tenido muchas oportunidades, con chicos de todo tipo, y nada. No quiere… No la entiendo. Somos muy diferentes…’ 
Inés sabe que Leyre es muy atrevida, hasta cierto punto.



Enfundada en unos pantalones cortos vaqueros y una camisa de gasa ancha ceñida a la cintura, camina despacio calle arriba. Sus tacones de esparto granate dejan enseñar unas uñas pintadas de rojo, y unas piernas largas y morenas seducen con un caminar digno de una modelo. Sus labios brillan levemente, y sus ojos verde  esmeralda marcados por unas largas pestañas negras lo observan todo con exagerada curiosidad.
Un chico algo mayor que ella la observa y le guiña un ojo. Ella finge no haberlo visto.
-Leyre, eres guapa, pero no te aproveches de ello, que hay algunos que no podemos resistirnos.
Una voz suena cerca de su oído. Es Francesco.
-Ni soy guapa ni me aprovecho- responde ella con una sonrisa- Si él me ha mirado, no es mi culpa.
-Es difícil no mirarte, llamas la atención.
-¿Qué? –ríe- ¿Yo, por qué?
A Francesco se le ocurren en ese momento mil maneras diferentes de cómo decirle a Leyre que la quiere, que la ama con locura, pero lo único que hace es encogerse de hombros y murmurar entre dientes:
-No sé.
A ella no le pasa desapercibido el rubor de las mejillas de su amigo. Se conocen desde poco más de un mes, pero parece que él le ha cogido bastante aprecio.
-Francesco, ¿Tú llegando tarde?
-Es que me he quedado dormido, porque mi hermano ha estado estudiando toda la noche y se ha ido temprano  a la uni, y me ha despertado. No fui capaz de volverme a dormir.
-¿Qué está estudiando tu hermano?
-Psicología. Esta mañana ha tenido su último examen.
-¿Cuántos años tiene?
-19, dos más que nosotros.



-¿Cómo es posible que Ángel llegue siempre tarde?
-Ya sabes que le gusta hacerse esperar.
-Cómo en cinco minutos no esté aquí me voy sin él.
Una voz grave los sobresalta.
-Tranquilo que ya estoy aquí.
-Seguro que te has parado a mirar a alguna chica.
Ángel sonríe misteriosamente mientras mantiene en vilo a Diego y Alessandro.
-Sí, pero no a una cualquiera. Alessandro, mira allí.
Señala con el dedo índice a un grupo de adolescentes que está a unos metros de distancia, y sus amigos giran la cabeza en esta dirección. Alessandro abre la boca sorprendido, mientras que Diego no comprende nada.
-¡Es Leyre!
-¿Quién es Leyre?
-¿Te acuerdas de la fiesta de ayer? Pues Alessandro estuvo con una muchacha…
-Pero no paso nada.
-Ah, no lo sabía. Por si os interesa, el que está al lado de vuestra amiga… ¿Laura?
-Leyre.
-Eso, Leyre, es mi hermano.
-¿Y por qué nos iba a interesar?
-No sé- dice Diego guiñando un ojo- A lo mejor quieres ir a hablar con ella.


-Entonces, ¿A dónde vamos?
Siete personas de no más de dieciocho años discuten unos metros más allá, sin darse cuenta de que están siendo juzgados a base de miradas.
-Yo quiero una heladería.
-Pero Anna, tu siempre quieres comer.
Un puñetazo va a parar al brazo de Hugo.
-¡Ay!
-Pues yo creo que lo mejor es irnos a una disctoteca.
Naiara niega rotundamente con la cabeza.
-Vamos a sentarnos en un bar a tomar una cerveza.
-Estoy con Lucas y con Inés, yo quiero irme a un pub o algo así.
Todos menos Naiara asienten con la cabeza.
-Pues hala, decidido



-Qué, ¿Os vais a acercar o no?
-Qué dices, que vergüenza…
Alessandro no puede ni terminar la frase cuando Ángel sin previo aviso se encamina hacia esa chica de ojos verdes. Sigue pensando que está demasiado delgada, pero algo en su mirada le llama. Sus amigos lo siguen y lo alcanzan en cuestión de segundos. Un paso más, y de repente, dos cuerpos chocan. Ángel llega justo cuando Leyre se da la vuelta. Él consigue mantener el equilibrio, como si estuviera encima de una cuerda floja, pero ella, tras otro paso en falso, se cae al suelo. Todos a su alrededor ríen, menos Ángel, cuya mirada es impasible, y Diego, que se ha sonrojado.
-Lo siento mucho, ¿Estás bien?
Cuando sus manos se estrechan un escalofrío recorren sus espinas dorsales. Leyre mira sus ojos color miel. Se sonroja pero esboza una gran sonrisa.
-Tranquilo, si no ha sido culpa tuya.
-Lo sé, pero no esperes que él se disculpe.
Diego señala a Ángel con un gesto de resignación. Éste se encoge de hombros.
-En realidad, tampoco ha sido culpa mía, yo no sabía que se iba a dar la vuelta.
-Ya, pero aunque sea por educación…
Francesco se mete en seguida de por medio.
-Diego, sabes que Ángel no lo hace por ser educado o dejar de serlo, es cuestión de su enorme ego.
Ángel sonríe. El hermano de su amigo siempre le ha caído bien.
-Cierto.
-Espera, Francesco, ¿Tú los conoces?
Inés le da forma a los pensamientos de todos con esa simple pregunta. Francesco asiente con la cabeza poniéndose al lado de su hermano.
-Claro que sí. Éste es mi hermano, y estos sus mejores amigos.
Leyre da un paso adelante y se colca frente Alessandro.
-Tú… me suenas.
Él sonríe.
-Vaya, veo que el alcohol de anoche te afectó más de lo que yo pensaba.
-¡Claro, ya me acuerdo! Tu eres Ale, ¿No?
-Exacto.

2 comentarios:

  1. Enhorabuena por el blog! Mi sueño tambien es ser escritor. Te sigo! Visita mi blog por favor y si te gusta sigume por favor. Muchas gracias! http://hechoamano-borja.blogspot.com

    ResponderEliminar
  2. fRANCESCO, NO TE COPIES DE NOMBRES MER :)

    ResponderEliminar