miércoles, 4 de enero de 2012

5. ‘Ese chico tan mono’


Un médico aprieta su tobillo mientras ella hace muecas de dolor.
-Sí, es una esguince. Vas a tener que estar varios días en reposo.
Leyre suelta una maldición por lo bajo. Inés está fuera llamando a Marcos para que venga a por Leyre. Mientras Diego espera en un rincón de la consulta observando como el hombre de una espesa barba blanca y cara de Papá Noel le venda el tobillo a Leyre con sumo cuidado. Pese a ello, ella da muestras de que le está doliendo.
-Bueno, pues ya está. Un antiinflamatorio cada ocho horas y en cuatro o cinco días estarás mucho mejor.
-Muchas gracias.- susurra ella mientras ese hombre tan afable sale de la habitación. Inés entra mientras Diego se acerca a Leyre y la ayuda a incorporarse, pero le impide levantarse.
-Marcos viene hacia aquí.
-Genial, una semana sin poder moverme casi.
-Podría haber sido peor- dice diego-. De hecho, creo que para Lucía ha sido bastante peor.
-¿Por qué dices eso?
Inés mira para otro lado como si no supiera nada, divertida.
-Porque he visto el mechón que se ha traído Inés de recuerdo, ¿Verdad?


Ángel y Alessandro están sentados en un velador de un bar del centro. Aún trajeados, comentan divertidos la pelea. Es noche cerrada y las calles están a rebosar de universitarios en busca de desaprender todo lo aprendido a base de alcohol y drogas.
-Pero, aún así –dice Alessandro- sigo sin entender porque Lucía le ha pegado a Leyre, porque la odia tanto.
Ángel sacude la cabeza.
-No os fijáis nunca en nada. Está claro. Lucía está enamorada de Diego desde el primer día de universidad, pero esta noche el solo ha tenido ojos para Leyre. Apuesto a que no sabe ni de qué color era el vestido de Lucia.
-Es decir, que ha sido un ataque de celos.
Ángel asiente.
-Pues qué tontería más grande.
-¿Por qué?
-Si no le gustas a una persona te aguantas y punto.
-¿De verdad piensas que es así, Ale?



Marcos ayuda a Leyre a echarse en el asiento trasero del deportivo mientras Diego se marcha en su coche. Ha quedado en ir a verla mañana, ella le ha apunta su dirección en un Nokia color rojo. Inés ya se ha sentado delante y llama a su madre para decirle que hoy se queda a dormir en casa de Leyre. Por supuesto que la dejan
A las 3.36 de la madrugada atraviesan la ciudad bajo una cúpula de estrellas. Varios coches con la música a tope les pasan cerca, doblándolos en velocidad. Dentro del coche hay un silencio que para muchos sería incomodo, pero para ellos es normal. Marcos pone la radio. Suena música de discoteca.
Leyre cierra los ojos intento entender lo que ha pasado. Lucía le ha pegado. ¿Por qué? Porque está enamorada de Diego, y tiene miedo de que ella se meta de por medio. Pero, si lo conoce desde hace un día ¿Qué podría haber entre ellos? Nada. Esa es la respuesta. Diego es dos años mayor, ella para él será solo una cría mientras que Lucía le parecerá más madura… No, eso no es cierto. Pero, ¿Por qué busca escusas? ¿Por qué piensa en esto?  Por un momento se imagina sus ojos, y algo la recorre por dentro. Algo nuevo, algo que le da miedo.





Llega al estudio con ojeras. Está mojado, fuera chispea. Hoy no es un día típico de verano. Aquello ya está a rebosar de gente. Maquilladores van y vienen, y los flashes de los fotógrafos ciegan a algunas modelos que ya están allí.
-Luis, ¿Ya estás aquí? Hoy el rodaje no empieza hasta las 12.00
-Sí, lo sé. Pero no era capaz de dormir. Además, quería saber que tal os iba en vuestra ‘’caza de talentos’’.
-¿Te refieres a las modelos?
-Sí.
-Nada, no hemos encontrado nada. Aunque ayer unos chiquillos nos llamaron y nos dijeron donde podríamos buscar.
-Pues al ataque.
Mario sonríe. Luis es uno de los mejores actores y modelos que tienen, además de una gran persona.
-A eso iremos esta tarde.



Todos desayunan alrededor de la mesa de la cocina. Leyre ocupa dos sillas. Una ella, y otra su tobillo. María, la madre de Inés, ha venido a dejar a Tony para que pase el día allí. Y desde que ha llegado, él y los gemelos no dejan de hablar de no sé qué plan para conseguir que les dejen organizar una fiesta de pijamas. Mientras, Marcos y Ada se dan prisa en comer, ya que han quedado en media hora para jugar a tenis. Inés y Leyre son las únicas que aún no están vestidas. Es más, se acaban de levantar y se nota. Inés lleva el pelo enmarañado y Leyre recogido en una coleta. Y ambas tienen los ojos negros por la falta de ganas de desmaquillarse anoche.
-Qué asco- masculla Leyre con la boca llena. Su tostada se ha quemado.
-Que quejica eres.
-No soy quejica, soy tu hermana pequeña y estoy casi inválida.
-Exagerada.
-Llaman a la puerta- interrumpe Leyre despreocupada.
-¡Ya voy yo!- grita Rubén.
Lo escuchan correr hasta la puerta y abrirla, pero no escuchan a nadie. Hasta que Rubén grita de nuevo:
-¡Leyre dicen que es para ti! ¡Es Diego!

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